Por @mitodona .- En pocos meses estaremos nuevamente ante un proceso electoral presidencial en Venezuela. Este comenzará con las elecciones primarias de la oposición, para dilucidar quiénes serán sus candidatos de cara a las elecciones generales de 2012.
Las opciones son numerosas en el caso específico del candidato presidencial. Con figuras de la vieja guardia y nuevos líderes presentando sus candidaturas por igual. Las primarias, a tiempo o no, se concretarán en febrero del próximo año, abriendo tan pronto la Mesa de la Unidad exponga las condiciones de participación, un proceso eleccionario que nuestro país no vivía desde tiempos previos a las elecciones presidenciales de 1988.
Porque es bueno recordar que las primarias no son algo nuevo para Venezuela. Desde los primeros pasos de nuestra democracia, los partidos políticos han realizado procesos internos para la selección de su candidato presidencial. Con mayor o menor seriedad y hasta significación, pero se llevaban adelante.
Ahora bien, si hay algo que no podemos negar al período revolucionario-socialista-chavista es su impacto en el proceso político criollo. El venezolano se vio obligado a sumergirse en la vida política nacional cuando se descubrió rodeado por una hegemonía parlamentaria, a la que llegó precisamente por ser espectador y no protagonista en la estructura de los partidos políticos.
Volviendo al caso específico de la oposición, en lo personal considero muy positivo que se postulen todos los que tengan aspiraciones presidenciales. Con credenciales o no. Y les explico por qué.
Este proceso de primarias es el primero que viviremos bajo el “formato” de la unidad. Si siempre escuchamos quejas sobre ciertas figuras políticas, por querer aferrarse a cual sea su cuota de poder dentro del mundo político, ésta oportunidad es perfecta para que por la vía del voto demos a cada quien su verdadero lugar y peso dentro de la oposición y dentro del futuro de nuestro país.
Las opciones son numerosas en el caso específico del candidato presidencial. Con figuras de la vieja guardia y nuevos líderes presentando sus candidaturas por igual. Las primarias, a tiempo o no, se concretarán en febrero del próximo año, abriendo tan pronto la Mesa de la Unidad exponga las condiciones de participación, un proceso eleccionario que nuestro país no vivía desde tiempos previos a las elecciones presidenciales de 1988.
Porque es bueno recordar que las primarias no son algo nuevo para Venezuela. Desde los primeros pasos de nuestra democracia, los partidos políticos han realizado procesos internos para la selección de su candidato presidencial. Con mayor o menor seriedad y hasta significación, pero se llevaban adelante.
Ahora bien, si hay algo que no podemos negar al período revolucionario-socialista-chavista es su impacto en el proceso político criollo. El venezolano se vio obligado a sumergirse en la vida política nacional cuando se descubrió rodeado por una hegemonía parlamentaria, a la que llegó precisamente por ser espectador y no protagonista en la estructura de los partidos políticos.
Volviendo al caso específico de la oposición, en lo personal considero muy positivo que se postulen todos los que tengan aspiraciones presidenciales. Con credenciales o no. Y les explico por qué.
Este proceso de primarias es el primero que viviremos bajo el “formato” de la unidad. Si siempre escuchamos quejas sobre ciertas figuras políticas, por querer aferrarse a cual sea su cuota de poder dentro del mundo político, ésta oportunidad es perfecta para que por la vía del voto demos a cada quien su verdadero lugar y peso dentro de la oposición y dentro del futuro de nuestro país.
Lo que no será tarea sencilla es definir el mejor candidato, porque nos vamos a encontrar irremediablemente con una disyuntiva. Elegir el mejor candidato para el país o el candidato que tiene más oportunidad de ganar. Es decir, el candidato que necesitamos o el mejor candidato.
El candidato que necesitamos para la venidera elección presidencial debe lograr la complicada tarea de arropar todas las tendencias existentes en la MUD. Y debe hacerlo rápido. Sobre todo después de un proceso en el que las fuerzas se atomizarán y en el que los partidos recurrirán a todas sus herramientas para alcanzar la victoria.
La pugna interna en la oposición, con las evidentes fisuras y las penosas apariciones de bloques ideológicos dentro de la mesa, nos llevan a pensar en diferencias mucho más marcadas debajo del techo unitario. Es evidente que la lucha por las cuotas de poder es intensa. Aunque podría fácilmente calificarse de ridícula, porque en realidad no han ganado nada aun. Y mientras más se dilata la decisión de la MUD sobre el reglamento de las primarias, obviamente por la falta de consenso, en la acera contraria los chavistas hunden el dedo en la herida y continúan en campaña contra nadie.
El candidato que necesitamos tiene que hacer en 8 meses, lo que la oposición debió hacer en 4 años. Debe atacar los estados abandonados por la oposición en el interior del país. Esos donde Chávez gana con el 70% de los votos.
Necesita convencer a los “ni – ni” que los planes sociales se mejorarán para que verdaderamente beneficien a la mayoría de los venezolanos, sin importar su inclinación política. Tiene que dejar en evidencia la enorme incapacidad de un gobierno que ha contado con los mayores recursos económicos de la vida democrática del país.
Pero éste candidato no es el que necesita el país. Porque nuevamente estaremos buscando la solución inmediata sin pensar en el proyecto a largo plazo. John F. Kennedy dijo una vez “Esfuerzo y coraje no son suficientes sin un propósito y dirección”. Probablemente nos veamos obligados a elegir una opción que solucionará un mal inmediato, cumpliendo así con su propósito.
Si el candidato que sea favorecido en las primarias sólo se ocupa de eso, de su propósito, y no de tener una propuesta de país alcanzable, con objetivos concretos, con herramientas de inclusión, con planificación de estado y no de gobierno, nos veremos nuevamente en un barco sin dirección.
Y no me entiendan mal. El objetivo principal está claro. Y todos debemos trabajar para alcanzarlo. Pero al mismo tiempo, debemos obligar a la persona que nos represente en esa elección presidencial a que tenga un plan definido. Una idea clara del papel que deberá cumplir y de las necesidades del país. Sin ahogarse en los compromisos partidistas que desvirtúen la idea alternativa de desarrollo para Venezuela.
La pugna interna en la oposición, con las evidentes fisuras y las penosas apariciones de bloques ideológicos dentro de la mesa, nos llevan a pensar en diferencias mucho más marcadas debajo del techo unitario. Es evidente que la lucha por las cuotas de poder es intensa. Aunque podría fácilmente calificarse de ridícula, porque en realidad no han ganado nada aun. Y mientras más se dilata la decisión de la MUD sobre el reglamento de las primarias, obviamente por la falta de consenso, en la acera contraria los chavistas hunden el dedo en la herida y continúan en campaña contra nadie.
El candidato que necesitamos tiene que hacer en 8 meses, lo que la oposición debió hacer en 4 años. Debe atacar los estados abandonados por la oposición en el interior del país. Esos donde Chávez gana con el 70% de los votos.
Necesita convencer a los “ni – ni” que los planes sociales se mejorarán para que verdaderamente beneficien a la mayoría de los venezolanos, sin importar su inclinación política. Tiene que dejar en evidencia la enorme incapacidad de un gobierno que ha contado con los mayores recursos económicos de la vida democrática del país.
Pero éste candidato no es el que necesita el país. Porque nuevamente estaremos buscando la solución inmediata sin pensar en el proyecto a largo plazo. John F. Kennedy dijo una vez “Esfuerzo y coraje no son suficientes sin un propósito y dirección”. Probablemente nos veamos obligados a elegir una opción que solucionará un mal inmediato, cumpliendo así con su propósito.
Si el candidato que sea favorecido en las primarias sólo se ocupa de eso, de su propósito, y no de tener una propuesta de país alcanzable, con objetivos concretos, con herramientas de inclusión, con planificación de estado y no de gobierno, nos veremos nuevamente en un barco sin dirección.
Y no me entiendan mal. El objetivo principal está claro. Y todos debemos trabajar para alcanzarlo. Pero al mismo tiempo, debemos obligar a la persona que nos represente en esa elección presidencial a que tenga un plan definido. Una idea clara del papel que deberá cumplir y de las necesidades del país. Sin ahogarse en los compromisos partidistas que desvirtúen la idea alternativa de desarrollo para Venezuela.

Excelente el post. La cruda realidad. Debemos exigir más a la MUD
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