Por Mito Dona Cruces / @mitodona - La pregunta me la he hecho por algún tiempo. En parte por lo que el propio tiempo te ayuda a comprender sobre la política, sus personajes, ideologías y estrategias. Claro está, la geografía también influye mucho en cómo se desarrollan y desenvuelven todos los factores y protagonistas que acabo de mencionar.
Como en muchas de las cosas que hacemos en esta parte del mundo, en el Caribe la política es distinta. Quizás, ligándola a nuestros ritmos musicales, la manera de hacer política del latino va en un compás distinto al resto del mundo.
Gracias a eso hemos vivido capítulos únicos en la historia política mundial, como esposas sucediendo a sus maridos en presidencias, gobernaciones o alcaldías, veterinarios dirigiendo ministerios de cultura, corruptos-ex presidiarios presentando candidaturas presidenciales, políticos que han pasado por 4 partidos distintos en menos de un año, candidaturas elegidas a dedo por encima de las seleccionadas por voto popular en primarias o, para cerrar con broche de oro, presidentes que se visten de militares cuando nunca han formado parte de las fuerzas armadas de su país.
Si entonces hemos presenciado desde humoristas hasta cantantes hacer vida en la política de nuestros países ¿Es en realidad difícil ser político? Pareciera que la respuesta evidente es NO. Pero allí está la raíz de muchos de los problemas que por años hemos arrastrado.
Quizás la pregunta debería centrarse en la dificultad de ser un BUEN político. Entonces ¿qué hace que un político sea bueno?
Entrando en un terreno estrictamente subjetivo, para mí un buen político sería el que cumpla con lo que promete. Suena sencillo, pero es el problema más repetitivo en la política latinoamericana. La gran mayoría de nuestros políticos no cumplen con los ofrecimientos que hacen durante sus campañas, y nosotros los electores al vernos engañados sucesivamente durante tantos años, hemos hecho de esto algo común y hasta tristemente jocoso.
Si en esencia los políticos están para ser representantes de los intereses de sus electores en determinado cargo público, deberían hacer hincapié en eso. Enfocarse en por qué fueron electos sobre los demás candidatos, cuál es la propuesta que hizo a la mayoría decantarse por su candidatura y por ende cumplir.
¿Será descabellado? ¿O de pronto el poder y el dinero hacen tan difícil centrarse en el cumplimiento del deber?
Parte de la culpa en el incumplimiento de los compromisos de lo políticos, la tenemos los electores. Porque nos hemos acostumbrado a no exigir. Al no exigir nuestros derechos, los encargados de garantizárnoslos dejarán de preocuparse por cumplir con algo que es su responsabilidad.
Es allí donde está el núcleo del problema de nuestros políticos. Los electores, al ir minimizando nuestros estándares de exigencia, hemos desafortunadamente colaborado con el proceso de degradación de los políticos en general.
Si vives en un país donde los políticos hablan, ofrecen, prometen y comprometen innumerables iniciativas sin transformarlas en hechos, entonces entenderás a la perfección la siguiente cita: “A todos nos gustaría votar por el mejor hombre, pero él nunca es candidato” Frank McKinney "Kin" Hubbard.
Lo difícil no es ser político, lo difícil es ser un buen político.

